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Enfermedad del sedentarismo

Dra. Eulalia Latorre.

La inactividad física es uno de los hábitos de la población más nocivos que puedan existir.


En EE. UU., en el año 1986, hubo 250.000 muertes derivadas de la falta de ejercicio físico. El 60 % de los ciudadanos americanos no es activo regularmente. El 25 % es totalmente sedentario.


En España, en el 2008, el 60,5 % de la población practicaba algún tipo de ejercicio físico. El 39,5 % era totalmente sedentario.


Es bien conocida la influencia del sedentarismo como desencadenante de enfermedades. Se ha descrito el síndrome de la muerte del sedentario o Sedentary Death Syndrome (SeDS) el cual engloba multitud de enfermedades crónicas y causantes de muerte prematura. La debilidad de los músculos esqueléticos, la baja densidad ósea, la hiperglicemia, la glicosuria, los bajos niveles de HDL, la obesidad, la baja condición física y la taquicardia en reposo son algunos de los síntomas que caracterizan el síndrome de la muerte del sedentario.


Por tanto, el ejercicio físico es un agente protector enorme del grado de salud. La inactividad física a escala mundial tiene un impacto como desencadenante de muerte de un 3,3 %, según la OMS, en los países desarrollado.


El ejercicio físico es un agente protector enorme del grado de salud. Existe una relación clara entre el nivel de condición física y el riesgo de muerte.


Los sujetos fumadores tienen 3,7 veces más predisposición a morir que los no fumadores. Los pacientes diabéticos, 2,3 veces más de probabilidades que los no diabéticos, y los hipertensos, 2,2 veces más predisposición. No obstante, tener un consumo máximo de oxígeno más bajo de la normalidad según la edad, es decir, una baja condición física predispone 3,8 veces más de riesgo de exitus que los que tienen una capacidad física aceptable.


Se ha visto que cualquier persona o paciente que no sea capaz de alcanzar los 8 MET, es decir, incrementar 8 veces su metabolismo basal, tiene mayor riesgo de morir que los que son capaces de llegar a un esfuerzo de 8 MET aunque tengan alguna enfermedad crónica de base como obesidad, diabetes mellitus, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, hipertensión arterial, hipertrigliceridemia o los fumadores.


Un estudio continuo longitudinal del impacto en la salud, valorando distintos niveles de condición física en 25.341 hombres y 7.080 mujeres, evidencia que una baja condición física aeróbica es más importante como riesgo precursor de mortalidad que cualquier factor de riesgo de enfermedad coronaria.


Una baja capacidad física es un factor de riesgo de más impacto que el ser hipertenso, hipercolesterolémico, obeso e inclusive tener historial familiar.


De forma general, se estipula que tanto hombres como mujeres, al realizar un ejercicio físico regular, obtienen un beneficio físico y mental de ello. Los beneficios de salud vienen dados por un ejercicio regular moderado (en términos generales).El ejercicio regular (gastando > 2.000 kcal equivalente a 8.400 kJ a la semana) se asocia con un incremento de 1 a 2 años de vida en mayores de 80 años. Realizando un gasto calórico semanal de 1.000 kcal (4.200 kJ) a la semana se asocia con una reducción de entre 20-30 % de mortalidad por todas las causas.


La intensidad de esfuerzo viene dada por los MET. Se considera un ejercicio de intensidad:


Ligera aquel que llega a los 3 MET.

Moderada, de 3-6 MET.

Elevada, a partir de los 6 MET.

De nuevo, obteniendo buenos resultados en términos de salud aquellos que superan los 8 MET.


Una prescripción de ejercicio físico integral debe contemplar todas las cualidades físicas: fuerza/potencia, flexibilidad, resistencia y coordinación.


Consideramos que, de forma indirecta, los 8 MET son el equivalente a correr en una cinta o tapiz rodante durante como mínimo 1 minuto a una velocidad de 11 km/h. Este es el objetivo imprescindible que se debe alcanzar para cualquier paciente que quiera hacer un tratamiento en medicina antienvejecimiento.


El sedentarismo puede activar la expresión de los genes de la hipertensión arterial y la diabetes o algunos tipos de cáncer y por el contrario, el ejercicio físico regular actúa como inhibidor de dichos genes y por tanto, de protector para la aparición de enfermedades.


La epigenética, curiosamente, influye positiva o negativamente sobre nuestros genes y se transmite a nuestros hijos. Es decir, si practicamos un deporte específico y desarrollamos una destreza o habilidad, dicho estímulo epigenético no modificará nuestros genes, pero sí los va a regular y dicha regulación se transmitirá a nuestros hijos.

Debido a la gran participación de órganos y sistemas que durante un esfuerzo deben trabajar coordinados, la prueba de esfuerzo para fines diagnósticos es el mejor test de salud general que se puede realizar y se considera imprescindible dentro de los protocolos que se han de utilizar en una consulta de antiaging.


Antes de poder utilizar los tests de esfuerzo para la valoración del estado de salud de una persona y el conocimiento de sus limitaciones, será necesario tener una formación clara de los fenómenos normales de adaptación que ocurren en el organismo ante un trabajo muscular para luego interpretar una respuesta normal o alterada y encontrar las limitaciones al esfuerzo.


Cada vez existen más publicaciones médicas que aconsejan la utilización del ejercicio como una potente herramienta diagnóstica y de tratamiento, similar a lo que aporta la farmacología y sin apenas efectos secundarios, si se aplica de forma adecuada.










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